domingo, 20 de febrero de 2011

Crítica de las canciones del nuevo disco de Radiohead.

Empieza la escucha.

1. Bloom. Es inevitable relacionar la apertura con el final de su anterior disco. Si en aquella canción, Videotape, se oía a un pianista tocando en un andén mientras pasaba un tren rítmico, en Bloom la música viaja en uno de los vagones. Unas primeras notas sampleadas que se apagan pronto ante la entrada de Thom Yorke, místico e indescifrable. Hacia la mitad de la canción se suman sintetizadores, cuerdas, metales, ecos y ¿cantos de pajaritos? De repente una mínima pausa y vuelve esa letra que parece un viaje extrasensorial con el cuerpo como geografía. Funciona a la perfección como intro.

2. Morning Mr Magpie. Un punteo de guitarra muteado y enervante marca el ritmo de este “Buenos días, señor Urraca”, la canción borde del disco.Una letra que parece sacada del refranero de Los Planetas. ¿Contra quién lanza sus dardos el cantante? ¿A la musa esquiva o a la industria musical? El final con esa aspiradora entrando en la habitación remata algo que quizá sólo era una pesadilla.

3. Little by little. ¡Y por fin llega una melodía reconocible! Una escala de guitarra marcada por unos arpegios que parecen de sitar -¿están reproducidos al revés?– se funde con un ritmo que por separado podría ser de samba.

4. Feral. Jueguecito a base de beats, cortes, recortes… En un disco de los de antes esta pista sería el equivalente al instrumental para separar fases. En una recopilación de rarezas y descartes medianamente seria se habría quedado fuera. Ah

5. Lotus flower. Llega el tema del bailecito de Thom Yorke, ese con el que reclama de nuevo su camisa de fuerza, más que nada para que alguien impida que siga agitando sus bracitos. Prestando atención a la letra echo de menos aquellos tiempos en los que entendía qué me quería contar este hombre. “

6. Codex. Por si alguien no se acuerda de que Coldplay fueron la razón por la que Radiohead abominaron de sí mismos, aquí está Codex. Recuperan su versión más convencional en una canción bonita y emocionante, con unos arreglos muy sutiles que necesitan un punto extra de atención.

7. Give up the ghost. Parece grabada en la cabaña donde Bon Iver registró su debut. Tiene un puntito góspel muy chulo, Yorke se acompaña con pistas y más pistas de vocecillas saturadas cantadas por él mismo. Si Bloom era una intro perfecta, Give up the ghost se puede entender como un final anticipado.

8. Separator. Está esa batería que parece secuenciada, la línea de bajo alienante, esas guitarras de Jonny Greenwood la voz ensoñadora de ángel raro de Yorke... Como entraron, sin dejar una sensación de estrofa-puente-estribillo, todos ellos se van difuminando hasta desaparecer. A fin de cuentas, a Radiohead hace tiempo que les interesa más hacer música que canciones.

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